LA SOMBRA DEL MURCIELAGO

LA SOMBRA DEL MURCIELAGO

viernes, 31 de julio de 2009

CUENTOS CORTOS : "NO IMPORTA LA CAUSA, LO QUE INTERESA ES LA CONSECUENCIA"




Por: Antrax
Por fin tenemos otro valiente, el siguiente cuento corto que tambien será publicado por el blog de la Covacha, autor: Amaury David Sánchez Burelo. lealo, opinen y mas importante aún participen.

Hace mucho tiempo existió una tierra que ningún dios quiso crear, pero que un pobre y aficionado escritor se decidió a inventar.

Era una tierra en donde todo lo que se proponían, lo hacían fuera cual fuese el prejuicio de las cosas, eran muy creedores de la frase “No importa la causa, lo que interesa es la consecuencia” inventada por un filósofo terrano que anhelaba ser algo más, pero de esa frase nace una historia muy confusa e inherente como la vida en esa tierra.

El se llamaba Korstran era un terrano cualquiera, trabajaba en lo que se le llamaba La Zona Negativa, era muy seguidor de su cultura y es que desde muy pequeño sus papás le implantaron esa ideología.

Para conseguir el trabajo en La Zona Negativa tuvo que hacer muchas cosas: Sobornó al jefe, se ofreció y se acostó con la mujer del jefe, hasta asesinó a su propio hermano que andaba consiguiendo el mismo trabajo. Pero al final de todo lo consiguió.

Su infancia fue muy alegre y divertida, peleando y consiguiendo todo lo que el quería. Su primer aparato reproductor de música lo obtuvo de una manera que si se contara, dañaría el sistema cardiaco de las demás personas.

Ese reproductor fue su gran premio, por que fue su primera pelea por obtener algo, así que todo el día andaba con el aparato en los oídos. Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo en pocas palabras todo el tiempo. Pero lo que no sabía era que estaba quedando sordo y bruto.

En su adolescencia seguía con el aparato todo el día como si fuera ya una parte misma de su cuerpo, pero hubo un tiempo en que consiguió una pareja y al aparato lo dejo por un lado.
Al pasar los meses su pareja lo empezó a engañar con otro terrano y pues cortó con ella y regresó al gran vicio como si desde lo más profundo lo llamara, su reproductor de música.

Corrieron los años llegó a la adultez y ahora si era creíble, estaba quedando sordo, cuando veía el televisor tenía que subirle todo el volumen para poder oírlo, pero no le hizo caso como siempre.

Pasaron los días y ahora si ya estaba preocupado, se decidió ir al doctor para ver si en verdad estaba quedando sordo. Se vistió, agarró sus llaves, salió de su casa, se subió a su automóvil y se fue.

Llegó al lugar, era algo grande tenía diferentes tipos de consultorios sobre la vista, oído, gusto, piel entre otras pero él necesitaba al de oído; corrió y tocó a la puerta del consultorio, que en dorado decía “Doctor Adafendro Bocardo Augillo”, al tocar se oyó una voz gruesa que decía
-Pásele, pásele esta abierto- Korstran paso, apenas entró al lugar y en sus narices penetro un olor a guantes de látex, cerró la puerta y se sentó en una silla que se encontraba ahí cerca del escritorio.
Entonces Korstran dijo -Doctor necesito un chequeo de oído, porque creo que me estoy quedando sordo- el doctor contestó con voz muy altisonante –uhmm que mal hijo ahora lo checamos- se acercó el doctor que se encontraba atrás de una tela blanca que había, volteó a ver a su paciente y a su escritorio, caminó hacia él y sacó un instrumento muy raro tenía una forma recta.

El doctor le dijo ahora -tranquiliza tus sentidos por que ahora te voy a checar- el terrano se calmó y sintió como le introducía el instrumento en el oído.
Le fue preguntando si escuchaba algo, pero no escuchaba nada, le subía más al aparato y todavía nada escuchaba, le subió al máximo y ahí si dijo
-Por fin escucho algo pero es muy leve lo que resuena- El doctor le sacó el aparato y se sentó, tomó aire y dijo –señor usted si está sordo, muy poco puede escuchar, así que le recomiendo que no siga usando audífonos para escuchar música-.

Korstran se relajó ya sabiendo lo que tenía, le pagó al doctor y se fue, ahora ya estaba decidido que iba a conseguir.
Iba a hacer que de alguna u otra manera consiguiera oír de nuevo.
Estaba caminando por el pasillo cuando escuchó que con una voz más gruesa que la que tenía el doctor Adafendro; en el consultorio de la vista, un hombre gritaba-no es posible de verdad estoy ciego- mientras el doctor Vistorsino como se llamaba el doctor de la vista decía –si señor pero no se preocupe gracias a que se quedó ciego, usted va agudizar sus demás sentidos como lo son el tacto, el gusto, el olfato y el oído-.

Entonces en esa última palabra Korstran sonrió levemente, fue por que le dio una idea. Comenzó a pensar si me quedo ciego volveré a oír como antes y hasta mejor, esa si es una buena idea. Salio del pasillo y se subió a su carro y de vuelta a casa.

Ya estando en casa entro rápidamente sin pensarlo fue a la cocina y agarró un plato, un palillo y un tenedor. Corrió hacia su sillón que se encontraba frente al televisor, encendió el televisor y se sentó.

Vio por última vez su casa para recordarla como era y saber por donde ir, agarró el palillo y como si no hubiera dolor o sufrimiento empezó a picarse el ojo, al parecer como no funcionaba se daba más duro, ya le empezaba a correr la sangre pero no se lo dejaba de hacer, pero de alguna manera u otra estaba empezando a escuchar un poco mejor; al ver que funcionaba agarró el tenedor y se lo empezó a picar de nuevo, era una sucesión de ataques de izquierda, derecha, izquierda, derecha… así, con unas ganas, lo bueno es que el iba escuchando más el televisor.

En un instante maniático se le ocurrió que si se sacaba lo ojos para terminar, escucharía todo como antes y así empezó, agarró con la mano derecha el tenedor y se lo insertó por el orificio, empujo con fuerzas hacia delante. Iba saliendo, se veía como corría la sangre por los huecos oculares, lo empujó más fuerte y se desprendió de las conexiones que tenía.
Y así hizo con el izquierdo también, los dos los colocó en el plato que se encontraba a su derecha y ahí como si nada se veían los dos globos oculares rodando con un charco de sangre que nadie se imaginaría.

Tal como él lo dijo, comenzó a escuchar como antes hasta le tuvo que bajar el volumen al televisor para poder oír sin lastimarse los oídos. Fue como ir al cielo y volver a escuchar a los ángeles del gran señor.

Empezó a tener movimientos drásticos, era sentir nada más como iban naciendo movimiento tras movimiento como si en realidad tuviera una sucesión específica, comenzó a pensar que tanto poder tenía el oído ante el cuerpo terrano que hasta cierto momento había un dolor muy tenue, entonces el simplemente fingía que nada sucedía. Pero de un instante para otro ya no hubo movimiento se dio cuenta de que ya no vio, ya no sintió, ya no olfateó, ya no saboreó y ya no oyó. Sentía aquel mismo silencio y esa misma soledad que desde hace un largo tiempo comenzó a sentir por la falta de aquel sentido. La verdad es que le dio un paro cardiaco repentino por la gran pérdida de sangre que tuvo y así termino con su frase “No importa la causa, lo que interesa es la consecuencia”.

¡Hasta la próxima¡

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